Al término zorollo le damos en Granada varias acepciones, que si te pones a pensar es la misma, la verdad.
Si se trata de comida,  está  cuando le falta un hervor, si es en relación a las personas  más o menos igual.
En la comida es muy fácil de distinguir, pero ¿Cómo se distingue un zorollo en la vida civil?
No es el tema hacer una clasificación de zorollos, siendo como soy,  un lego en la materia  total .
La cuestión responde a una observación.
Resulta que hoy estaba apuntado a un evento tecnológico  que, según la agenda, debía de empezar a las diez.
No diré el patrocinador. Ni hablaré de su poco poder de convocatoria.
¡¡Cuatro gatos mal contados!!  
De los setenta esperados, se lee previstos, apenas llegábamos a ocho .¡ Y  aquello  que no empezaba  ni “pa dios”!
Entiendo que esperando el maná de la “maná” para poder justificar
el gasto de manera oficial.
En los tres cuartos de hora que van desde las diez a las once menos cuarto, que decidí abandonar el evento,( por no acabar de arrancar) me dio por observar a las dos clases de elementos que pululaban por el  lugar:
Los ponentes y los zorollos
Los ponentes vienen a gastos pagados. A carrillo batido van  dando  cuenta de zumos, tostadas y café, mirando con
disimulo quien entra por la puerta para sumar audiencia .
Los zorollos andan con su IPAD o su IPOD conectados  a  Internet  sin ningún estrés.
¡!Les da igual que aquello comience a las diez o a las tres ¡¡
Estando conectados a las redes sociales  y/o Internet se les acaban las prisas.
Cara de borregos degollados. Puro placer. Mansos.
La pregunta no está de más:
¿Nos vuelve Internet zorollos?
¿Nos calman los demonios el mundo virtual?
O es que nos estamos volviendo zorollos de verdad y no nos damos cuenta.
Mejor no hecho cuentas, “cachis” en la mar