En mi tierna infancia no todo fueron palizones de mi padre.
También me zumbaba mi madre con la alpargata. ¡¡Qué arte!! Me daba muy
cabreada, pero nunca atinaba a dañarme.
Si la cogía por detrás y le endiñaba tres
o cuatro besos en el pescuezo, aquello acababa en carnaval Jiji, jajá
El maestro, d. Eduardo, me zumbaba cuando
le daba la gana. No era yo muy buen cantor, no señor. Y eso de ponerse todas
las mañanitas de dios a desgañitarse vivo, cantando algo al sol y una camisa
nueva, nunca me levantó la pasión. Puyazos con la regla me llevé más de uno y
más de dos.
Ya de mayor, hasta mi tío el ronco,( dios
te guarde en su gloría tronco) se arrancó por seguiriyas y me endiñó un ostión
que aún me chifla la oreja.
En aquellos años, los niños éramos la
percha los palos.
¡Cuánto ha cambiado la cosa!! Ahora son
los infantes los que acosan y si se te ocurre amenazarles, prepara el macutillo
y ve caminando al cuartelillo tú sólo, antes de sentir la humillación de ver a
los vecinos asomar la nariz a la llegada de la guardia civil.
No cambio mis palos por ninguno de los
privilegios que ahora tengan, los de la Wii.
Ríos de aguas blancas hasta las trancas de
barbos. Los ¡¡pescábamos a mano!! Libélulas montadas en helicópteros
imaginarios. Perchas de pájaros. Gusanos con linternas en procesión. Guerras
con afiladas flechas. Barcos de juncos que encallaban en charcas. Renacuajos
escurridizos. Cuentos de Frasco el Torillo. Churre de queso. Zambombas de
pellejo de conejo. Espadas de caña con empuñadura de mimbre. Partidos de fútbol
hasta las tantas. Olor a lápiz y goma.
De olores y colores está dibujada mi
infancia. Si señores.
De buscar leña, darle de comer a la cabra,
ir a la fuente a por agua. De matanzas, de leche de cabra. De olor a tostón con
aceite, metido hasta el fondo en la mejor tinaja. De olores a orujo, a mulo
sudado, a estiércol de cuadra. A magdalenas recién hechas, a pan de Miguel.
A una de indios…
Bonita fue mi infancia cojones
1 comentario:
Así es también la mía, Manué!
Añoranza!
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