Treinta años y un día.
Parece una condena.
Lo sé.
Pero no lo es.
Es el tiempo que llevo
“legalmente” unido,
con mi mujer.
Ella,
mi bella doncella,
nunca me endiñó
con la mano del almirez,
aunque buena falta me hiciera.
Tijera, paciencia
y mucha ciencia
han ido convirtiendo
al aspirante de acebuche
en un pimpollo de olivo.
¡¡Como te lo digo!!
Ahora que empiezo a dar aceite
(no confundir con perder)
quiere además que,
tenga talante
y me convierta en
un verdadero ejecutivo.
..Ambas cosas las dudo bastante,
desde mi perspectiva de olivo
1 comentario:
El remate no lo pillo...illo
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